Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad (Joseph Goebbels)

martes, 30 de diciembre de 2014

El consumo de la utopía romántica de Eva Illouz



No solo las escritoras de novela rosa escriben sobre el amor. El romanticismo es también el tema favorito de la socióloga marroquí Eva Illouz; en El consumo de la utopía romántica, un ensayo de 1997 que no fue no traducido al español hasta 2009 a raíz del éxito de Intimidades congeladas, de la misma autora, realiza un estudio a partir de entrevistas a personas de orígenes y profesiones diversas preguntándoles sobre su idea de lo romántico. Los entrevistados de orígenes más humildes resultan tener imágenes muy estereotipadas del amor, mientras que aquellos de nivel económico y cultural más alto tienden a distanciarse más de las rosas rojas y las cajas de bombones en forma de corazón; las conclusiones extraídas de las encuestas se entremezclan con el análisis de los contenidos de las revistas dirigidas al público femenino y con una breve historia de la evolución del galanteo y de las citas para encontrar pareja durante los últimos algo más de cien años, que es la antigüedad aproximada que tiene el flirteo tal y como los entendemos ahora. 


Con la generalización de la vida en la ciudad, muchas jóvenes solteras trabajan, viven de forma un poco más independiente y empiezan a ser cortejadas por sus admiradores en locales públicos, dejando atrás los matrimonios concertados, salvo en las familias aristocráticas, y también las visitas de los galanes en las casas particulares bajo la atenta mirada de las madres de las chicas.

Esta presunta mayor libertad, no obstante, no reduce el papel que juega el dinero en el emparejamiento; los pretendientes con más posibles pueden llevar a sus enamoradas a locales más vistosos y ofrecerles entretenimientos más sofisticados. Echarse una novia empieza a ser un lujo que no todos pueden permitirse; paradójicamente, la mayor igualdad entre los sexos de las últimas décadas no ha impedido que los esquemas del capitalismo hayan penetrado más profundamente en todo el campo de las relaciones sentimentales. Las revistas femeninas, de hecho, son buena prueba de ello al hablar del amor y las intimidades en términos cada vez más de empresa, ensalzando la eficacia, la competitividad o la rapidez a la hora de elegir al candidato más adecuado ola importancia de ser un buen gestor de tiempos y recursos para mantener la ilusión en la pareja. Pero curiosamente, a pesar del pragmatismo empresarial difundido por la prensa, el tópico del amour fou, del flechazo y de la oposición entre amor e interés sigue muy presente en las personas encuestadas. Son contradicciones propias del capitalismo, de la mercantilización de muchos aspectos de la vida y del mundo de la publicidad, que no hacen ninguna excepción en el terreno de las relaciones íntimas, sino más bien todo lo contrario.

Más información:


martes, 23 de diciembre de 2014

Liquidación por derribo de Lucía Etxebarría


Tal vez algunos tengan la imagen de Lucía Etxebarría, probablemente una de las escritoras más polémicas y con mayor número de detractores (también de seguidores) de nuestro país, como miembro de una generación de burgueses nihilistas que en los años 90 se miraban el ombligo relatando las juergas nocturnas, promiscuidad, flirteos con las drogas y demás frivolidades suyas y de sus amigos para llamar la atención de la prensa. Confieso que yo mismo compartía esa imagen y su obra me producía un profundo desinterés hasta que leí un artículo que circulaba a toda velocidad por Internet a pesar de, o más bien gracias a, un intento de censura, tal vez real o tal vez exagerado por la propia autora: La infanta es tonta y analfabeta, a pesar de su incendiario título, iba mucho más allá de la transgresión facilona y exponía uno de los más graves casos de corrupción institucional que hemos sufrido en los últimos tiempos con un lenguaje llano, directo, que hace compatible la total seriedad con el sentido del humor, curiosamente templado y desde luego de una irreprochable sensatez, que es lo que desborda por los cuatro costados el ensayo Liquidación por derribo, del cual el ya célebre artículo sobre la infanta forma parte.

La propia autora declara en el prólogo que no es especialista en economía ni en sociología y que existen obras más densas y de mayor calado que pueden explicar la situación en la que el mundo occidental, y especialmente nuestro país, se encuentra en la actualidad. Liquidación por derribo solamente pretende, que no es poco, condensar esa información pensando en un lector no habitual del ensayo sesudo ni experto en estas cuestiones; esto no significa revestirla de sensacionalismo en búsqueda de la comercialidad ni mucho menos rebajar ni simplificar contenidos. El punto más fuerte del libro es, de hecho, la serenidad con la que se transmite un mensaje rotundo; y es que la indignación no tiene por qué, ni debe, ser incompatible con la reflexión.

Los diferentes capítulos abordan uno por uno los principales problemas de la España actual: los privilegios de la Iglesia Católica, de la monarquía y de la casta política, una democracia y una justicia secuestradas por el bipartidismo, una cultura de la corrupción muy arraigada en la sociedad, una gestión suicida y fraudulenta de los recursos públicos, un modelo de crecimiento económico insostenible, y una polarización respecto a la cuestión de la unidad del estado frente al derecho a la autodeterminación que no lleva más que a un choque de trenes insensato que, como tantas otras cuestiones, beneficia a los intereses particulares partidistas en perjuicio de los de la mayoría.

El libro, además, no se limita a regodearse en la queja y el victimismo sino que pone los puntos sobre las íes acerca de cómo todos o casi todos hemos colaborado para crear esta situación insostenible; tampoco deja de transmitir una cierta esperanza: no estamos tan mal como se dice, se puede vivir sin un montón de cosas que la espiral consumista nos hace ver como indispensables, y,aunque realmente estuviéramos así de mal, la frustración y el miedo sólo sirven para paralizarnos e impedir que lleguemos a ningún sitio.

Naturalmente, se pueden poner pegas a Liquidación por derribo: hay algunos errores un tanto de bulto que sorprenden en una obra que ha pasado por filtros y revisiones editoriales (por ejemplo afirmar que el ayuntamiento de Madrid depende de la comunidad autónoma del mismo nombre), redunda en una excesiva automortificación que está perjudicando mucho a nuestro país al no hacer demasiado hincapié en la importante responsabilidad que tienen la banca alemana y otras instituciones extranjeras en la situación que atravesamos actualmente e incidir en el tópico de la supuesta superioridad de la cultura protestante, y por otra parte la indiscutible egolatría de la autora, que aprovecha cualquier ocasión para hablar de sus experiencias personales y las de sus amigos, le lleva a plantear algunos problemas desde un punto de vista algo sesgado, como cuando confunde los desahucios (es decir, que te expulsen de la vivienda en la que vives habitualmente) con la pérdida de una segunda residencia. No obstante, esto no impide que estemos ante una invitación a la reflexión que, precisamente por venir de un personaje más o menos popular, puede convertirse en una obra divulgativa clave que desde aquí recomiendo tanto a fans como a detractores de Etxebarría.

Más información:

https://www.youtube.com/watch?v=MvqFT6PN3uI 
http://joseluisregojo.blogspot.com.es/2013/03/liquidacion-por-derribo-lucia-etxebarria.html 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

23 cosas que no te cuentan sobre el capitalismo de Ha-Joon Chang


Ha-Joon Chang es lo menos parecido a un perroflauta; es un economista que declara que el capitalismo, al igual que la democracia, es el peor sistema que existe con la excepción de todos los demás, y al que en otro tiempo se habría considerado políticamente como más próximo a la derecha que a la izquierda convencionales. Pero, curiosamente, su defensa del capitalismo lo acaba acercando a muchas posiciones defendidas por lo que la prensa suele llamar grupos “radicales” o “antisistema”. Y es que, según Chang, al igual que según otros muchos, lo que desde posiciones liberales nos venden como dogmas esenciales del capitalismo tienen en realidad muy poco que ver con la esencia del sistema capitalista, o al menos tal sistema entendido como un modelo económico que pueda llevar a la prosperidad, el empleo y la mejora de las condiciones de vida de la mayoría de la población mundial.

El autor se cuestiona lugares comunes como que las grandes empresas estén globalizadas, que estemos en la “sociedad del conocimiento”, que la economía de un país pueda estar basada en los emprendedores, que el control estatal impide o ralentiza el crecimiento, o que los países pobres lo son debido a la supuesta pereza o falta de espíritu emprendedor de su población. Para Chang las llamadas multinacionales no son tales sino empresas con una nacionalidad muy determinada; la economía sigue estando basada en la producción y es un disparate plantearse el intercambio de información o el desarrollo de patentes como motor financiero en un país sin tejido productivo; la supuesta revolución de Internet y las tecnologías de la información no existe, puesto que la red es poco más que un nuevo medio para vender y comprar productos y los cambios sociales que ha generado no pasan por el momento de ser superficiales; el control estatal bien aplicado favorece el crecimiento, mientras que la desregulación lo impide o crea burbujas que lo ponen en serio peligro a medio y largo plazo; los microcréditos y el “emprendizaje” tan de moda ahora pueden servir para resolver casos individuales y concretos pero es absurdo e inviable plantear que todo el mundo se convierta en emprendedor puesto que el capitalismo necesita por definición una mayoría de población asalariada; de hecho, los países pobres o “emergentes” lo son porque no existe tejido productivo y la mayoría de la población está obligada a ser emprendedores; y largo etcétera.

Así hasta un total de 23 mentiras repetidas hasta la saciedad por medios de comunicación y políticos en los últimos treinta años, en las que se basa el modelo que ha llevado al mundo al colapso económico y que los gobiernos europeos debían haberse planteado antes de permitir la deslocalización de fábricas con el consiguiente aumento del desempleo, o al menos plantearse en la actualidad en lugar de proponer que la solución está en el espíritu emprendedor individual, el nuevo gran mito de nuestro tiempo.

Más información:

http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/13/economia/1326470186.html

miércoles, 10 de diciembre de 2014

El riesgo de vivir de Enrique González Duro


El psiquiatra y autor de varios libros Enrique González Duro adopta una mirada muy escéptica alrededor de las nuevas adicciones y peligros de la sociedad actual. En muchos medios de comunicación es fácil leer artículos supuestamente científicos que equiparan el excederse en las compras o en el juego con la adicción al alcohol. De hecho, incluso actividades que forman parte esencial de la vida humana como la comida o el sexo son susceptibles de convertirse en adicciones de carácter patológico que deben ser curadas mediante terapias y grupos de ayuda que prácticamente clonan el método de Alcohólicos anónimos. 

El autor comienza cuestionándose el axioma ampliamente difundido en la prensa del alcoholismo como enfermedad y la conveniencia de tildar al alcohólico de enfermo, puesto que esta catalogación es mucho más moral que científica y no está demostrado que resulte eficaz para solucionar el problema. De hecho, los grupos de autoayuda consideran esta presunta enfermedad como incurable; el adicto lo será toda su vida y nunca debe bajar la guardia en su objetivo de mantener una abstinencia absoluta. La más mínima exposición a la sustancia o conducta que genera el comportamiento adictivo supondrá una recaída de fatales consecuencias y el tener que comenzar el proceso prácticamente de cero (la falsedad de esta premisa ha sido comentada ya en 50 grandes mitos de la psicología popular). Al transferir este esquema desde el abuso del alcohol a otras actividades, como el sexo, se evidencia lo moralista de la terapia, que se centrará en discernir entre el buen y el mal sexo y que además suele ir ligada a la práctica de la religión.

El libro, que vio la luz en 2005 y que resulta un tanto reiterativo, puesto que todas las terapias de las distintas adicciones siguen esquemas muy similares, viene a ser en buena medida una crítica a la tendencia de la psicología conductista a limitarse a buscar que los pacientes corrijan los comportamientos que puedan resultar inconvenientes para la sociedad, pero sin interesarse por las causas de los mismos ni por la problemática particular del paciente, que pasa a ser considerado un "adicto" igual a cualquier otro. El autor es especialmente implacable además con la presunta adicción a Internet, a la que niega de manera bastante rotunda la condición de problema en sí; en todo caso, la Red sería un nuevo medio en el que desarrollar las conductas compulsivas.

Más información:

http://es.wikipedia.org/wiki/Enrique_Gonz%C3%A1lez_Duro

jueves, 4 de diciembre de 2014

El poder de la estupidez de Giancarlo Livraghi

Basta con encender la televisión para darse cuenta de que vivimos rodeados de estupidez, y los resultados de las elecciones en prácticamente todos los países prueban igualmente que la necedad mueve y dirige el mundo. Sin embargo, nadie parece atreverse a ponerle el cascabel al gato y apenas existen acercamientos al tema, ya sea desde un punto de vista divulgativo o académico. Una de las pioneras en afrontarlo fue la simpar ensayista Esther Vilar, la autora del incendiario El varón domado, que en los años 80 público El encanto de la estupidez, no muy diferente en concepto del libro que nos ocupa aquí e incluso más completo por abordar también el problema de la estupidez en la vida íntima y de pareja; no obstante, se trata de una obra descatalogada y este también interesante y más reciente ensayo de Giancarlo Livraghi, que vio la luz en 2010, puede ser bastante más fácil de localizar para el lector.

Se trata de una obra dispersa, estructurada en diferentes temas y áreas del conocimiento pero pensada para ser leída en cualquier orden, por lo que se puede intuir que es de fácil lectura pero que carece de progresión, limitándose a dar vueltas en torno a unos axiomas básicos, como el principio de Peter o las no tan conocidas leyes de Cipolla, otro investigador de la estupidez humana. Como es natural, el tema es abordado con sentido del humor, lo cual no significa que el autor no sea muy consciente de las dimensiones y la gravedad de un problema frecuentemente subestimado. De hecho, el impacto de la estupidez repercute en todos nosotros y es un error ver el asunto desde fuera cuando todos caemos más de una vez en sus redes.

Se echan en falta ejemplos concretos de situaciones, ideas y comportamientos estúpidos, quedando la duda de si se han eliminado para mayor brevedad del texto o para evitar el autor comprometerse. Pero sí se da un buen número de citas y referencias bibliográficas para quien desee profundizar en el conocimiento de la estupidez.

He aquí un fragmento del libro:

...resulta aún más grave cuando la función básica de una organización es proporcionar ora información, ora entretenimiento. A pesar de las hipócritas declaraciones que afirman lo contrario, son muchas las personas de la industria de la comunicación que creen que el público es estúpido. Consideran que deben adormecer a sus lectores, oyentes y espectadores, como tontos que son, con banalidades en las que priman las noticias superficiales, la retórica pomposa y el sensacionalismo barato.

...En ese círculo vicioso hay una especie de reciprocidad. El juego lo juegan las dos partes; a veces deliberadamente, con mayor frecuencia, no, sino de modo involuntario. Nos tratan como a estúpidos, pero sabemos que los estúpidos son ellos, de forma que veamos cómo podemos divertirnos y entretenernos con la estupidez, porque ahí no encontraremos nada serio; y si lo hallamos, será aburrido o deprimente.

Más información:

viernes, 28 de noviembre de 2014

El espejismo de Dios de Richard Dawkins


A medio camino entre el ensayo científico y el teológico, el biólogo Richard Dawkins mata varios pájaros de un tiro en esta ambiciosa reivindicación del ateísmo: en primer lugar desmonta la consideración del creacionismo, sea con ese nombre o bajo el eufemismo de diseño inteligente, como una teoría científica alternativa a la evolución y la selección natural, exponiendo con brillante claridad que el creacionismo no puede ser ciencia puesto que supone un rechazo de todos y cada uno de los principios más básicos del pensamiento científico. La selección natural, como cualquier otra teoría científica, no es perfecta y sus posibles huecos son objeto continuo de revisión y cuestionamiento, a diferencia del creacionismo, que se considera ya acabado y no acepta ninguna heterodoxia, lo cual evidencia su carácter acientífico. Además, El espejismo de Dios denuncia la manipulación interesada del pensamiento y de las sentencias célebres de muchos hombres de ciencia ateos, como Einstein, a los que el revisionismo histórico intenta mostrar como creyentes. Las noticias aparecidas en tiempos recientes acerca de la mal llamada partícula de Dios, cuyo nombre popular, goddamn particle (maldita partícula), fue oportunamente transformado en god particle, vienen a dar la razón a Dawkins.

Pero tanto dentro como fuera del campo de la ciencia, el libro incita a los no creyentes a salir del armario, abandonar el eufemismo vacío de contenido de llamarse agnósticos y atreverse a reconocerse abiertamente ante sí mismos y ante los demás como ateos. Las principales iglesias interpretarán como intolerancia la reivindicación de Dawkins de acabar con los privilegios y excepciones que se conceden ante la cuestión religiosa, poniendo el dedo en la llaga en cuestiones como por qué se permite la objeción de conciencia por motivos religiosos y se deniega por otras causas, o por qué se reconoce el derecho de los padres a educar a sus hijos en su religión y apuntarlo en ella, cuando las leyes prohíben la inscripción de menores de edad en partidos políticos o en cualquier otra organización que implique unas creencias o una ideología determinada.

Respecto a la supuesta necesidad de la religión para construir una sociedad con valores, el autor expone como ejemplo la historia de Abraham, uno de los grandes patriarcas de la cultura judeocristiana, dispuesto a planear el asesinato de su hijo de corta edad para complacer a Dios, y se pregunta qué tipo de lectura moral o constructiva se puede obtener de una historia tan horrible, extrapolando la misma conclusión respecto a muchos otros pasajes de la Biblia y de otros libros sagrados. Expone asimismo que la selección natural, en contra de lo que muchas veces se ha difundido, puede explicar el comportamiento altruista y la ayuda mutua entre los individuos.

La pasión y vehemencia de El espejismo de Dios pueden verse como uno de sus puntos fuertes o débiles, según se mire; algunos lectores podrán echar en falta cierta comprensión y un análisis más sosegado acerca de las causas por las que muchas buenas personas no se atreven a dejar de considerarse creyentes, algo que podría haber aumentado el impacto de la obra entre los lectores menos militantes y convencidos de antemano, pero para ello tendrán que buscarse otro libro. Este constituye, no el más erudito ni comedido, pero sí uno de los más vehementes, completos y rotundos tratados sobre ateísmo que se pueden encontrar en las bibliotecas, lo cual no es poco.

Más información:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_espejismo_de_Dios 
http://www.youtube.com/watch?v=KFuUzl0Yf5k

jueves, 20 de noviembre de 2014

Todos somos griegos

Hasta ahora nunca había dedicado un post a un blog, porque lo que haría normalmente sería añadirlo al apartado de enlaces. En este caso, tristemente se trata de un blog sin actividad desde hace tiempo y por lo tanto su contenido queda ahí para ser consultado, exactamente igual que un libro en una librería o una biblioteca. Se trata de Todos somos griegos (http://todossomosgriegos.wordpress.com) y es de lo más claro, sencillo y contundente que he visto en la Red a la hora de explicar la llamada crisis de deuda.

Si durante décadas en Europa hemos sido muy inconscientes mientras escuchábamos como el Fondo Monetario Internacional obligaba a bajar los salarios y eliminar los servicios públicos y los derechos sociales en diferentes partes del mundo (Latinoamérica, Europa Oriental, el sudeste asiático, etc.) pensando que nunca nos iban a hacer lo mismo en Europa Occidental, en España hemos sido especialmente frívolos al no haber puesto nuestras barbas a remojar cuando empezó el expolio de Grecia hace unos pocos años antes que el nuestro.

Incluso mucha gente se ha creído y se sigue creyendo la nueva mitología griega, todos esos bulos delirantes acerca de jardines con 50 jardineros, fraude fiscal masivo, jubilaciones con 40 años, y leyendas urbanas varias que nunca dan nombres, apellidos ni datos concretos de todo ese derroche, porque evidentemente no existen, pero esta rumorología resulta muy útil para justificar el acoso actual a la población griega. Y el famoso "los griegos mintieron respecto a sus cuentas para entrar en el euro"; ¿fueron "los griegos" o más bien un gobierno griego concreto al que nadie le ha pedido responsabilidades, sino que se están descargando sobre la población? ¿Y nadie se pregunta cómo puede ser tan fácil engañar a las máximas autoridades financieras y políticas de Europa?

¿No habrá habido negligencia, en el mejor de los casos, o corrupción en el peor, por parte de determinados responsables en Bruselas que o bien no se enteran de nada o bien no han querido ver? De nuevo las responsabilidades y las facturas van a parar solamente a los ciudadanos griegos de a pie, ni a sus políticos corruptos, ni a los bancos alemanes que se han estado forrando dando créditos a Grecia que sabían que más pronto que tarde no se iban a poder pagar, y que ahora exigen cobrar hasta el último euro a costa de cargarse un país entero y los que haga falta. Y cualquier parecido con lo que está ocurriendo en estos momentos en España desde luego que no es pura coincidencia. Ahora sí que es verdad que todos somos griegos.


Todo el blog es digno de leerse de arriba a abajo, pero recomiendo especialmente la entrada http://todossomosgriegos.wordpress.com/2012/04/01/crisis-alemania-gana-por-eso-no-se-acaba-y-se-alimenta/ por si algún alma cándida sigue creyendo el mito que nos proclaman una y otra vez desde la televisión y los periódicos de que Alemania es la "gran hermana" hormiga trabajadora que nos ayuda a las cigarras vagas y despilfarradoras del sur con gran paciencia y generosidad. 

O, sobre todo, http://todossomosgriegos.wordpress.com/2012/04/24/23-de-abril-el-aniversario-del-anuncio-de-la-quiebra-griga/, donde se da un pequeño diccionario de la neolengua orwelliana de la crisis: "crisis de deuda" para llamar a un robo, "los mercados" para llamar a los multimillonarios especuladores, "medidas de ajuste" para llamar al saqueo de los contribuyentes para llenar los bolsillos de la banca alemana, "rescate de Grecia (o de España)" para llamar al rescate de los bancos alemanes; añadiría también por mi cuenta "Unión Europea" para llamar al IV Reich alemán, "representantes del pueblo" para designar a los representantes de los intereses de la banca que llenan nuestros congresos y senados y "medios de comunicación" en lugar de medios de manipulación y tergiversación de los hechos desde el punto de vista de los banqueros.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Los nuevos enigmas del universo de Robert Clarke


Desde el principio tenía la idea de mezclar en el blog libros de humanidades y de ciencias naturales y / o tecnología. Vivimos bajo la dictadura cultural de analfabetos científicos que nos han hecho creer que, siempre que se conozca a un gran número de escritores y pintores, no importa que no se tenga muy claro lo que es un átomo ni se sepa explicar por qué la Tierra no se cae si no está apoyada sobre ningún suelo. No voy a insistir mucho rato, porque sé que es una causa inútil, en que conocer el universo en el que vivimos es mucho más importante que saber quién escribió El Quijote ni ningún otro libro (y lo dice un gran amante de los libros); mi idea es más bien recomendar libros de ciencia amenos que sirvan para aproximarse a lo desconocido, o bien para actualizar conocimientos.

Los nuevos enigmas del universo es una buena forma de introducirse en el ensayo científico: es breve, sintético y se aproxima a los límites de la ciencia, a aquellas cuestiones que es posible que sean eternamente terreno de especulación y nunca lleguen a aclararse. ¿Qué ocurrió en el segundo cero del universo? ¿Tiene sentido hablar de un antes de ese segundo cero? ¿Cómo surge la materia? ¿Cómo surge la materia viva a partir de la materia inerte? ¿Cómo aparece la reproducción sexual? Los diversos capítulos del libro pasan de lo más grande (el universo en expansión) a lo más diminuto (los enigmas de la mecánica cuántica y las partículas subatómicas) para luego abordar los no menos misteriosos mecanismos de la evolución que permiten pasar de la primera célula al ser humano. Una vista de pájaro sobre un montón de temas que espero ir desgranando comentando otros libros más prolijos en futuras entradas.

Más información:
http://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=292984

miércoles, 5 de noviembre de 2014

Dioses y diablos mediáticos de Ramón Reig

Este libro es uno de los que mejor expone la tesis que me animó a hacer este blog, que es que la información veraz no está en los medios de comunicación masivos. Los grandes periódicos, emisoras de radio y de televisión no tienen como objetivo que los ciudadanos estemos informados sino mostrar la realidad según los intereses de las grandes empresas que los financian. Son principalmente mecanismos de propaganda. Muchos podemos pensarlo a simple vista, pero el autor ofrece gran cantidad de datos sobre la financiación de cada uno de los grupos empresariales que posee las acciones y por lo tanto maneja estos medios y también de ejemplos de cómo las noticias están filtradas por los intereses de los propietarios de los mismos, no solamente en cuanto a temas de política nacional e internacional, sino que llegan a recomendar sin ningún pudor  las películas producidas por sus empresas en la sección cultural y de espectáculos.

Escrito en 2004, Dioses y diablos mediáticos centra muchos de los ejemplos de manipulación y tergiversación de la actualidad en la cobertura de la guerra de Irak. Cuando lo leí el año pasado pensé que si incluso en aquella época, en la que sí parecía haber dos discursos bastante opuestos relativos a la justicia de aquella intervención y a los intereses que había detrás de ella, los principales periódicos españoles daban una visión de los hechos no muy diferente en realidad, en los últimos años la convergencia ha sido todavía mucho mayor y toda la prensa escrita, radiofónica y televisiva sirve de altavoz  unánime en la actualidad a los discursos del Fondo Monetario Internacional y de la banca alemana acerca de la insostenibilidad del Estado del bienestar y de cualquier alternativa posible al neoliberalismo más radical. El libro destaca especialmente la paradójica situación en la que se encuentra el grupo Prisa, intentando mantener un aroma supuestamente izquierdista mientras sigue a rajatabla los intereses del mercado y el discurso de la clase social dominante, un nadar y guardar la ropa que hace muchos años se denominaba gauche divine. Tampoco es que la sinceridad del resto de la prensa, que defiende los mismos valores pero ya sin ningún tipo de coartada, pueda ser considerada precisamente una virtud, pero comparto con el autor que las contradicciones de la prensa progre resultan más llamativas. 

Muy interesante, por último, la reflexión que propone el libro acerca de la utilización para la venta de productos publicitarios de la imagen de niños de corta o cortísima edad, incluidos bebés, que evidentemente no están dando ningún tipo de consentimiento para ello, una práctica que tenemos asumida como inocua y normal y que resulta aberrante si nos paramos a pensar sobre ello.

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miércoles, 29 de octubre de 2014

La cruzada contra el cine de Gregory Black


Solemos pensar que la censura sobre el cine es ejercida por el estado, las autoridades religiosas u otro órgano con poder ajeno al propio cine. Pero eso en Estados Unidos no es cierto; en el país del libre mercado hasta la censura es privada y la ejerce una institución, la MPAA (Motion Picture Association of America), a la que la industria somete voluntariamente sus películas. Si la MPAA considera que algunas escenas pueden resultar muy fuertes u ofensivas propone recortes; de no atenerse a esas recomendaciones, los productores, que en EEUU son considerados los autores de las películas, pueden estrenar su película sin el visto bueno de esta institución; las películas en ningún caso se prohíben. El problema es que la inmensa mayoría de las salas de cine norteamericanas están controladas por la MPAA y se niegan a exhibir películas que no hayan sido autorizadas; solamente unas pequeñas salas de Nueva York, San Francisco y alguna otra gran ciudad funcionan al margen de este casi monopolio.

Aún así, la situación actual es bastante mejor que la del pasado. Nos parece evidente que existan diferentes calificaciones para las películas (para todos los públicos, mayores de 13 años, mayores de 18) pero eso no ha sido así siempre ni mucho menos. De hecho la MPAA estableció este sistema a finales de los años 60 del siglo pasado; en las décadas anteriores el férreo código Hays de censura establecía escrupulosamente qué se podía ver y qué no en la gran pantalla. De no ser apta para todos los públicos, una película quedaba excluída de los circuitos comerciales y relegada a una distribución minoritaria.

La cruzada contra el cine forma un díptico, junto con Hollywood censurado, del mismo autor, que cuenta la historia del código Hays: de cómo las películas de los primeros años 30, antes de que existiera el código, eran mucho más libres que las de 30 años después, y da abundantes ejemplos de las obras arriesgadas que fueron transgrediendo las normas hasta llegar a su capitulación. Y la tesis más interesante del libro, ese recorrido acaba trasluciendo la razón de que la propia industria se sometiera a la censura: pese al daño artístico considerable que producía, en realidad el código no solía significar pérdidas económicas para una película de Hollywood, solamente molestias y unas cuantas escenas recortadas. En cambio sí servía para proteger al cine nacional de la competencia extranjera: las películas europeas y de terceros países, por lo general mucho más atrevidas que las norteamericanas a la hora de hablar de sexo, delincuencia, consumo de drogas, decadencia moral, corrupción y cualquier otro tema prohibido por la censura, eran casi siempre las víctimas del código Hays, que les negaba la posibilidad de una exhibición que les permitiera ser una auténtica competencia. La censura fue y sigue siendo una eficaz aliada de los intereses de Hollywood; el código fue suprimido en los años 60, precisamente cuando dejaba de favorecer los intereses de la industria, ya que el cine europeo estaba cogiendo fuerza al otro lado del Atlántico porque el público buscaba un cine menos ñoño y paternalista, y reemplazado por el sistema de censura actual que sigue cumpliendo con eficacia su función de dificultar, bajo una coartada de supuesta moral puritana, la difusión de cine extranjero.

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martes, 21 de octubre de 2014

Inside job de Charles Ferguson

Esta es una de las películas que con más sencillez y claridad ha explicado por qué nos encontramos en la situación en que nos encontramos ahora. Y con más éxito también; se trata de una producción de Hollywood, lo cual no deja de ser irónico, está narrada en off por una estrella como Matt Damon y ganó el Oscar al mejor documental de 2010.

Aunque ahora desde la prensa se llame radical o extremo a todo lo que no sea mostrarse servil con los intereses de la banca y de la ideología neocon, Inside job ni siquiera es una película anticapitalista; está dispuesta a aceptar que, más o menos y dentro de ciertas imperfecciones, todo iba bien en los EEUU capitalistas de los años 50-60. El crack del 29, consecuencia de la locura de un mercado que campaba a sus anchas sin apenas control estatal, había dado lugar a la expansión de regímenes brutales que propiciaron la segunda guerra mundial. Tras la hecatombe, era evidente que el modelo que se debía seguir para no repetir la experiencia se basaba en la economía keynesiana y el new deal del presidente Roosevelt: el estado debía controlar las transacciones financieras impidiendo las burbujas especulativas, cobrar aranceles a los productos importados para garantizar la supervivencia de las empresas locales, promover la libre competencia entre estas últimas evitando los mono y oligopolios,  cubrir las necesidades básicas de toda la población, garantizar el acceso de todos a la educación, la cultura y puestos de trabajo en condiciones dignas, etc. Con este sistema, la pobreza se redujo de manera muy notable, más o menos todo el mundo vivía bien y los ricos seguían siendo ricos y disfrutando de un nivel de vida mucho más alto que el resto.

Pero como nunca se puede contentar a todo el mundo, empezaron a surgir los primeros brotes del pensamiento que hoy llamamos liberal o neocon. La estupidez de algunos economistas que defendían una vuelta a los mercados desregulados y a la ley de la selva empresarial logró una sinergia perfecta con los intereses de los más ricos, que empezaron a promover la nueva ideología desde diferentes frentes: por una parte, introduciéndose en los gobiernos amparados por la imperfección de los sistemas democráticos, que conceden tratamientos privilegiados a la clase política permitiendo así conflictos de interés inadmisibles entre sus obligaciones como cargos públicos y sus intereses empresariales. Y por otra parte, financiando a académicos, periodistas y todo tipo de autores que defiendan esta ideología y ocultando que muchos estudios y artículos "científicos" supuestamente neutrales que difunden la buena nueva del neoliberalismo frente a los supuestos horrores del socialismo y de la intervención estatal están pagados por grandes bancos o empresas multinacionales y consisten en simple propaganda de sus intereses para generar lo que se llama una corriente de opinión pública favorable a la "libertad" empresarial siguiendo la máxima nazi que encabeza este blog, una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad.

El resultado ha sido la revocación de las leyes reguladoras del mercado durante las últimas decadas con los resultados que conocemos: incremento de la desigualdad social, del desempleo por el cierre de fábricas que no pueden competir con los precios de importaciones de países donde no existen los derechos laborales,  absorción de las empresas de la competencia en todos los sectores del mercado por parte de dos o tres corporaciones originando oligopolios, y sobre todo libertad de los bancos para seguir políticas de beneficio a corto plazo basadas en la venta de préstamos de alto o altísimo riesgo que, tras un corto período de enormes ganancias, derivan en un alto porcentaje de impagos y la consecuente quiebra de la institución. Y no olvidemos la aparición de las agencias de calificación, que supuestamente asesoran a los inversores acerca de cómo colocar mejor su dinero; sus calificaciones no están basadas en ninguna evidencia (de hecho los bancos quebrados en la crisis de 2008 tenían las mejores puntuaciones hasta el día antes de su bancarrota) sino que siguen intereses particulares. Pese a la evidencia de que estas agencias son un timo y están compradas, la prensa sigue dedicando portadas de periódicos a sus decisiones, y también haciéndose eco de la conocida cantinela de que la causa de la crisis es que el estado ha estado ofreciendo demasiados servicios a los ciudadanos y que las políticas que intentan promover la movilidad social y reducir la desigualdad no son sostenibles. Y no nos engañemos, esta tendencia se ha mantenido igual bajo los gobiernos de uno y de otro partido en EEUU, y añadiría que en el resto de países occidentales, por mucho que los intereses creados en torno al bipartidismo exageren las mínimas diferencias que existen entre ambos. Obama no ha hecho nada por replantearse y revocar la desregulación del sistema financiero, auténtica responsable de la crisis, y tampoco en Europa se está poniendo el cascabel al gato, sino que, sorprendentemente, por primera vez el viejo continente está defendiendo las tesis neoliberales con más fervor que Estados Unidos.

Por reprocharle algo a la película, es muy local y aborda una crisis global desde el punto de vista norteamericano. Otro día comento algun otro título menos conocido en el que se viaja más por el mundo viendo distintas caras de las consecuencias de la llamada libertad.

Más información:
http://www.sonyclassics.com/insidejob/
http://es.wikipedia.org/wiki/Inside_Job

miércoles, 15 de octubre de 2014

No logo de Naomi Klein

Ya me tardaba comentar en el blog el libro que considero de lectura obligatoria para comprender la historia del capitalismo contemporáneo. En No logo (2000), Naomi Klein, una de las principales o al menos de las mas populares ideólogas de los movimientos antiglobalización (como Michael Moore pero en libro, para quienes no la conozcan), expone cómo a lo largo del siglo XX las grandes empresas se transforman drásticamente, pasando de mastodónticas estructuras que controlaban desde el abastecimiento de materias primas a la distribución de los productos fabricados, a entes casi etéreos que han subcontratado todos los procesos de producción y los han externalizado a países donde no existen los derechos laborales, y en las últimas décadas se han reducido a su mínima expresión: el logo.

Las grandes compañías se han convertido en logos, imágenes corporativas vacías de un contenido real, que ya no buscan asociarse a productos determinados sino a formas de vida o a ensoñaciones publicitarias (este punto ha sido desarrollado más tarde por Christian Salmon en Storytelling). El complejo entremado de sub-sub-sub-contrataciones entre la filial, que ha quedado convertida en una pequeña oficina, y los productos finales de la marca le permite a la empresa, aparte de evadir impuestos con enorme facilidad, desembarazarse de cualquier responsabilidad sobre sus empleados (el buen funcionamiento de una empresa pasa a medirse por la frecuencia de los despidos masivos que en ella tienen lugar, y no por el número de empleados contratados, como en el pasado) y también sobre sus clientes, convirtiendo cualquier reclamación en una pesadilla burocrática.

Quién les iba a decir a los primeros socialistas decimonónicos que los patronos de las empresas de su época a los que tanto aborrecían producirían prácticamente nostalgia en el siglo XXI; por explotadores que fueran, al menos asumían responsabilidades y riesgos, daban trabajo y colaboraban al desarrollo de la localidad o comunidad donde implantaban una nueva fábrica, pagaban impuestos, tenían que ser mejores que los posibles competidores, y ante cualquier problema tenían que dar la cara con nombres y apellidos, unos inconvenientes que los anónimos consejos de administración de las multinacionales actuales han conseguido quitarse de encima gracias al neoliberalismo y la desregulación de los mercados a nivel mundial, cuyos entresijos Klein ha explicado más adelante en su segundo libro igualmente imprescindible, La doctrina del shock, que dejamos para otro día.

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miércoles, 8 de octubre de 2014

Doce pruebas que demuestran la no existencia de Dios de Sébastien Faure

Existe el falso mito del empate técnico intelectual entre los creyentes y los ateos, y de que la ciencia y el saber humano no pueden posicionarse ni en uno ni en otro sentido respecto a la existencia de Dios. Esta falsedad viene de tergiversar el concepto de Dios, que los teístas cristianos, judíos o musulmanes flexibilizan hasta el extremo cuando les interesa, convirtiéndolo en un ente indefinido, un espíritu inteligente e intangible que estaría detrás de lo que se suele llamar Naturaleza. Una vez han desarmado a los ateos, que evidentemente no pueden decir nada en contra de este Dios diluído y en realidad situado a años luz del monoteísmo y muy cerca en cambio del paganismo y el panteísmo primitivos, vuelven a encoger el muelle que han estirado previamente y a vender la moto del Dios monoteísta y patriarcal. 

A comienzos del siglo XX el anarquista francés Sébastien Faure puso los puntos sobre las íes y elaboró el panfleto Doce pruebas que demuestran la no existencia de Dios, dándole la vuelta a las famosas vías de Tomás de Aquino que, en la filosofía medieval, pretendían demostrar racionalmente la existencia del Dios cristiano. Estos argumentos ya fueron desmentidos en la Edad Moderna, puesto que no son más que pura construcción intelectual para demostrar el supuesto del que en realidad se parte ya a priori, que es que Dios existe. Las tesis de Faure, en cambio, difícilmente pueden ser desmentidas porque no se refieren a la idea abstracta y etérea de un ser supremo, sino que se centran en el Dios monoteísta de la Biblia, sacando a la luz sus vergüenzas y contradicciones. 

Un Dios que juzga y otorga una recompensa infinita (la salvación o la condenación eterna) por los méritos o faltas que los hombres, humanos y por lo tanto finitos, hayamos cometido en la vida, sería de una infinita injusticia, puesto que la recompensa que otorga es totalmente desproporcionada respecto al acto que la ha producido. Un Dios que dota a algunas de sus criaturas de la fe, y en cambio no a otras, privándolas de la felicidad de sentir su presencia, no puede ser más que infinitamente malvado. Y así hasta doce argumentos de pura lógica irrebatible. Por lo tanto dejemos ya de aceptar el supuesto empate:  aplicando mínimamente la racionalidad, la mente humana puede demostrar con bastante facilidad que el Dios cristiano, judío y musulmán es una patraña construída para fomentar los intereses particulares de las clases dominantes que, salvo unos pocos chalados, oscilan entre el cinismo más frío y el autoengaño de no querer saber que en realidad no creen en él en absoluto.

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viernes, 3 de octubre de 2014

El encanto de la estupidez de Esther Vilar

Tal vez algún día me arriesgue a comentar uno de los libros más políticamente incorrectos de la historia, El varón domado. Mientras, iré abriendo boca con otro panfleto de la misma escritora, la argentino-alemana Esther Vilar; digo panfleto no en sentido peyorativo, sino literal, ese es el género al que pertenecen los libros de esta autora. No son tesis fundadas en investigaciones ni en pruebas, sino simplemente reflexiones y opiniones, sin duda discutibles, pero que nunca están sujetas a los discursos convencionales. 

El encanto de la estupidez intenta desentrañar la maraña de idiocia en la que el mundo está sumido, analizándola en todos los apartados: las ciencias, la política, la economía, el periodismo, las empresas, el arte, los ejércitos, .. y de lo público pasa a lo privado exponiendo que la pareja suele consistir en la sumisión de una persona lúcida ante un mentecato, porque el amor no se sustrae ni mucho menos al dominio de la burrería. El libro, escrito en 1987, es de una tremenda actualidad. A veces es demasiado reiterativo, pero tiene momentos realmente brillantes e indiscutibles, como cuando justifica por qué necesariamente los ricos son más estúpidos que los pobres y cómo el buen gusto no es más que la imposición de la mediocridad y los prejuicios de clase. 

Aunque hoy puede parecer evidente que, dada la frivolidad de los medios de comunicación, sólo un estúpido puede llegar a convertirse en un líder, y se ha hecho famoso el principio de Peter según el cual un zoquete asciende laboralmente hasta su máximo nivel de incompetencia, Esther Vilar ya lo había descubierto y explicado con anterioridad. Una lectura, en fin, imprescindible para todos los que nos fascina lo contagiosa y peligrosamente encantadora que resulta la estupidez en la sociedad.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Rebelarse vende de Joseph Heath y Andrew Potter

Aunque defienda también los libros militantes anticapitalismo, como tiendo a ser más bien retorcido me encantan los ensayos ambiguos muy críticos tanto con la izquierda como con la derecha (ya se que generalmente eso lo dice la gente de derechas que no quiere reconocer que lo es, por eso recalco que este libro realmente no es de izquierdas ni de derechas en el sentido tradicional del término). Precisamente por no suscribirse a ningún lugar común, mueve a la reflexión y es de estos libros que debería leer todo el mundo, pero muy especialmente los militantes de izquierda que pequen de una cierta ingenuidad y que se piensen que todo el monte es orégano; no para que necesariamente cambien su forma de pensar, pero sí para que se planteen si ciertas posturas que se dan por sentadas no pueden resultar contraproducentes.

Y es que la tesis muy políticamente incorrecta de Rebelarse vende es que los movimientos contraculturales no es que acaben siendo asimilados por el capitalismo bajo la filosofía de si no puedes vencerlos únete a ellos, que es lo que se suele decir, sino que constituyen la propia esencia del capitalismo. Esta supuesta boutade se desgrana a lo largo de muchos capítulos en los que se va volviendo peligrosamente razonable. En el desprecio a la cultura de masas, ¿cuánto hay de auténtico anticapitalismo y cuánto de elitismo? ¿Por qué las críticas a la sociedad de consumo se ceban tanto con las marcas y las tiendas baratas y mucho menos con los artículos de lujo? ¿Por qué se toma siempre a McDonalds como chivo expiatorio del movimiento antisistema y no a Tiffany's o a Loewe? ¿No será que algunos supuestamente anticonsumistas en realidad son los más enganchados al consumo?

Mientras leía el libro recordaba a una chica punk que conocí que vivía en una casa okupa y que se pasaba todo el día en lo que ella llamaba "acciones contra el sistema" y que me pareció una de las personas más frívolas y consumistas que he conocido nunca, no tenía más tema de conversación que los anillos, muñequeras, tatuajes y ropa que llevaba; y la actriz "militante de izquierdas" que cuenta en El país semanal su boda por un rito de una tribu africana y la última ONG de moda que ha apadrinado y la princesa o duquesa que saca en ¡Hola!  las fotos de su matrimonio católico en tal catedral no me dejan de parecer dos caras de la misma moneda. Con esto no quiero generalizar, simplemente plantear si todo el que adopta ciertos clichés de lo que se supone que es ser alternativo lo es en realidad.

Por otra parte, ¿seguro que toda la cultura de masas es tan mala? Las películas y canciones más alabadas por los críticos, ¿en qué medida reciben esas alabanzas por ser realmente mejores y en qué medida porque les permiten distinguirse de los gustos de la masa y reafirmar su estatus de élite cultural? Tal vez sea el afán de creerse diferente y mejor que los demás el motor de todo el engranaje capitalista; el colocarnos por encima de la masa, o en su defecto el no querer quedarnos por detrás de ella, sería lo que nos empuja a consumir desenfrenadamente.

El libro tiene sus trampas, puesto que la contracultura difícilmente puede ser la madre del cordero, al menos no podría serlo sin unas multinacionales que, aunque tal vez sea cierto que no la tergiversan tanto como se podría pensar, desde luego sí la explotan y la llevan en la dirección que les interesa; por otra parte, atacar demasiado el elitismo nos puede llevar también a legitimar a las multinacionales, cuando tampoco se puede negar que algunos productos muy populares son de dudosa utilidad y calidad y su éxito se deriva  casi exclusivamente de la propaganda más alienante.

Pero este ensayo pone sobre la mesa una cuestión importantísima: mucho ojo cuando la contracultura derriba valores, que a pesar de ciertos aspectos rancios a veces llevan actitudes muy recomendables o incluso imprescindibles para la convivencia en sociedad, para sustituirlos por nada más que el simple consumismo; limitarse a derribar sin construir nada  como alternativa lleva de un lado a muchas personas a caer en adicciones y enfermedades psicológicas de todo tipo, y por otro al auge de grupos extremistas que reclaman esos valores que se han perdido y que, ante la ausencia de alternativas, siguen viendo como los únicos válidos. Y tampoco está mal cuestionarse desde una perspectiva serena, que puede ser criticable pero que no tiene nada que ver con la derecha cavernaria, a los popes del movimiento antisistema, ¿por qué no?

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jueves, 18 de septiembre de 2014

Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno Castillo

Pensaba que no me volvería a ocurrir lo de leerme un libro de un tirón pero el Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno sí ha conseguido absorberme (bueno, y pillarme con tiempo). Se trata de un alegato escrito con rabia por un profesor de instituto que ve como, en su opinión bastante bien razonada, la calidad de la educación pública va ya no cuesta abajo sino en caída libre. Es una llamada de atención muy valiente, políticamente incorrecta y que molestará a los ortodoxos de cualquier dogma político, que no es necesario compartir al cien por cien (de hecho a continuación expondré con qué puntos no estoy de acuerdo), pero que sí merece mucho la pena leer con atención y valorar porque saca a la luz los principales problemas de la escuela.

En primer lugar que el sistema educativo está diseñado por pedagogos presuntos expertos en educación que no han pisado un centro escolar desde que dejaron el instituto, o como mucho, tal vez en sus muchísimos años de exitosa y supuestamente brillante carrera académica se acercaron una vez a un centro de primaria o secundaria para un  estudio de campo en el cual los más atrevidos llegaron a estar situados a menos de diez metros de algún alumno o incluso, en un alarde de coraje, a intercambiar alguna palabra con él. La ignorancia, prepotencia y extrema ambición de estos expertos les hace menospreciar sin más la opinión del profesorado que sí tiene experiencia en tratar con los alumnos y conoce sus problemas, y rechazar con la misma alegría cualquier elemento de la escuela tradicional, asociando este último término con reaccionaria o caduca. El libro expone con gran acierto que no todos los valores tradicionales eran malos sino que es imprescindible recuperar el respeto al profesor e inculcar en el alumno el sentido de la responsabilidad, así como valorar el aprendizaje de contenidos. Está muy bien aprender a aprender, pero para ello primero hay que aprender a secas; para estructurar los conocimientos, primero hay que tener conocimientos. Y para llegar a entender lo que se estudia, primero es necesario haber desarrollado la memoria y ser capaz de estudiar algo. Pretender aprender un tema realizando un trabajo de investigación sobre el mismo es empezar la casa por el tejado; no se puede perfeccionar ni ampliar un conocimiento que todavía no se ha adquirido.

Y sobre todo no se puede educar partiendo de que el aprendizaje debe ser siempre juego y diversión para un alumno al cual no se debe exigir nada sino que es tarea de los padres y de los profesores el motivarlo; conceder derechos sin exigir responsabilidades a cambio es hacerles daño a los chavales, y hacer de ello el axioma de la escuela pública es muy perjudicial para todos, pero principalmente para los alumnos de clase trabajadora y media-baja, porque son los que no tienen alternativas: si en la escuela están recibiendo una enseñanza de baja calidad no pueden recurrir a que les explique papá ni el profesor particular. Y si tampoco se les da oportunidad de aprender un oficio antes de dejar la escuela, porque no hay alternativas a la ESO hasta que los alumnos se acercan a los 16 años, edad a la que ya se pueden incorporar al mercado laboral, su única opción es ser mano de obra barata no cualificada. La supuesta igualdad que supone sobre el papel que todo el mundo estudie lo mismo hasta los 16 años resulta que no es tal, y menos cuando el sistema protege al alumno que revienta la clase en lugar de a aquellos que quieren aprender y no pueden.

Otros aciertos del libro son la defensa a ultranza de la escuela laica y la supresión de la clase de religión y la denuncia de la escasísima calidad de los cursos de formación del profesorado. Hay otros puntos, en cambio, que no comparto; el principal, que los profesores deberían formarse principalmente en su materia y no en aspectos pedagógicos, cuando precisamente el principal problema en el profesorado de secundaria (no así en primaria) es su falta de formación previa en este apartado. El libro acaba confundiendo el rechazo a la pedagogía de salón de las facultades de Ciencias de la educación, que es fácil compartir plenamente, con el rechazo de la pedagogía a secas; enseñar es también un oficio que hay que aprender; desde luego que es básico saber mucha física y que a uno le guste mucho la física para ser profesor de física, pero no basta, hay que saber también metodología y recursos didácticos. Y en segundo lugar el autor idealiza demasiado la escuela anterior a la LOGSE. Por muy criticable que sea la reforma, que lo es en muchos aspectos, era más que necesario un sistema que insistiera menos en  algunos contenidos memorísticos un tanto obsoletos para hacer más hincapié en la comprensión y el sentido práctico de lo que se aprende. La solución no es volver, por poner un ejemplo de los más evidentes, a las clases de inglés anteriores a la reforma en las que los alumnos aprendían exclusivamente reglas gramaticales y nunca hablaban en inglés ni escuchaban hablar a nativos, sino actualizar los contenidos (no suprimirlos) manteniendo la disciplina en la escuela pública, absolutamente fundamental para garantizar el derecho a la educación de todos.

Más información:
http://antipedagogico.com/

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Another year de Mike Leigh

Hoy toca hablar de cine y voy a comentar el que fue mi estreno favorito el año 2011. Mike Leigh es, entre los que yo conozco, el director de cine actual que mejor estudia la cuestión de la felicidad; a veces estamos tan metidos en nuestras pequeñas cosas cotidianas que los árboles no nos dejan ver el bosque y nos olvidamos  de que nuestro objetivo en la vida es ser felices. A esa misma conclusión está llegando últimamente la literatura científica que gira en torno a la llamada inteligencia emocional, y también lo tienen clarísimo los personajes de las dos últimas películas de Leigh, Happy go lucky y esta Another year.

Happy go lucky trataba de una joven maestra sin grandes ambiciones más allá de disfrutar de lo que la vida le iba ofreciendo en cada momento; al principio el personaje podía parecer atolondrado o un tanto exasperante, pero la película iba revelando con calma que bajo esa apariencia se escondía una chica inteligente y dispuesta a pasárselo bien con la ayuda de algunas personas y a pesar de la presión ejercida por otras con un concepto sobre la vida más exigente, más cerrado, más convencional o tal vez sencillamente más estúpido. Another year, otra preciosa película aunque más dura que la anterior, muestra a un matrimonio con una filosofía bastante similar; como contrapunto aparece una compañera de trabajo de la mujer, desesperada ante su falta de amigos y su nulo éxito con los hombres, que se deben a su propia actitud negativa y egoísta, así como a su falta de respeto por sí misma. Probablemente Mike Leigh nunca ha frecuentado chats de Internet, de hacerlo hasta él mismo se sorprendería de cómo ha clavado el perfil de muchísimas personas que, sin ser conscientes de ello la mayor parte de las veces, entran en una espiral autodestructiva que los hace incapaces de aprender de la cordialidad y la sencillez de las personas felices que las rodean, limitándose a intentar vampirizarlas y generando por lo tanto el rechazo de las mismas. 

El cine de Mike Leigh consigue un enorme naturalismo al basarse en muchas sesiones de ensayo en las que los actores colaboran en la creación de sus personajes y sus diálogos, por lo que dan la sensación de no ser intérpretes profesionales y de estar viendo un documental y no una ficción. 

Más información:

jueves, 4 de septiembre de 2014

Una historia de la violencia de Robert Muchembled

Los medios de comunicación nos dicen que el mundo es cada vez más violento, y cada vez que ocurre algo truculento les encanta dedicarle atención y darle una enorme trascendencia, puesto que su prioridad, más que dar una información veraz, suele ser seguir intereses comerciales, y por lo tanto dejar de lado las historias que no tienen morbo frente a un buen titular sangriento que asegure grandes ventas. Sin embargo, a mí al menos me resulta más creíble la tesis que de forma muy documentada expone en este ensayo el historiador francés Robert Muchembled: la violencia en Europa no ha dejado de disminuir desde finales de la edad Media hasta en las últimas décadas, en las que ha protagonizado un leve repunte. Y la mayor parte de dicha violencia se produce en zonas rurales; las ciudades, pese a toda la literatura que nos ha convencido de lo contrario, se definen precisamente por el civismo y la contención de sus habitantes, cuyo resultado es una muy baja tasa de delitos violentos, la mayor parte de ellos sin consecuencias trágicas. Eso sí, la disminución de la violencia en la vía pública lleva consigo una triste consecuencia, el aumento de las agresiones en el hogar, lo que hoy conocemos como violencia de género y maltrato infantil.

El libro pone énfasis en el marcado carácter masculino y juvenil de la violencia; la mayor parte de detenidos y condenados son hombres menores de 30 años, un dato constante a lo largo de los siglos. El aspecto más atrevido es que el autor propone que los jóvenes utilizan sus rituales violentos para liberar la tensión que les producen las generaciones anteriores, que están en posesión de la mayor parte de bienes y riquezas, limitando o impidiendo el acceso a las mismas por parte de sus hijos o nietos. Para asegurarse la sumisión de los jóvenes, el sistema judicial les aprieta las tuercas especialmente a ellos mientras la prensa y la literatura exageran la peligrosidad de las infracciones juveniles justificando la mano dura con ellos y reclamando más.

Las actuales circunstancias, y esto ya es un añadido mío, parecen darle la razón al libro: mientras las generaciones maduras de la actualidad disfrutan o han disfrutado hasta hace muy poco de acceso a la vivienda, generosas jubilaciones anticipadas, prestaciones sociales aceptables y contratos laborales en condiciones dignas, ofrecen a la juventud un futuro de explotación laboral y exclusión social, poniendo la venda antes que la herida y demonizando y criminalizando cualquier tipo de protesta, real o hipotética, por su parte. A pesar de la represión cada vez mayor, es probable que en estas circunstancias el repunte de la violencia juvenil en las últimas décadas que comenta el autor vaya a más en los próximos tiempos y sirva como cortina de humo para desviar la atención de los delitos de cuello blanco, en realidad mucho más perjudiciales y dañinos, y sin embargo mucho menos temidos por la mayoría de la población.

Más información:
http://zonaliteratura.com/index.php/2010/12/06/a-proposito-de-una-historia-de-la-violencia-de-robert-muchembled/
http://www.elcultural.es/version_papel/LETRAS/28750/Historia_de_la_violencia

viernes, 29 de agosto de 2014

50 grandes mitos de la psicología popular de varios autores

El cine y los medios de comunicación, junto con la sabiduría popular y los libros de autoayuda, han ido dejándonos un poso de dichos y lugares comunes relacionados con la psicología, muchos de los cuales no tienen ninguna o tienen muy poca base o al menos no han podido ser demostrados.

El libro trata en profundidad 50 de estos falsos mitos, agrupados por temáticas, y además en cada capítulo incluye muchas otras ideas erróneas relacionadas con esa misma área que se desmienten de forma más breve. Entre otros mitos desmentidos por el libro, todos hemos oído muchas veces que solamente usamos el 10 % de nuestro cerebro, que los bebés aprenden más rápido si escuchan música clásica, que hombres y mujeres utilizamos más o menos distintas regiones del cerebro o que un ex-alcohólico no puede beber jamás una sola copa porque volverá a recaer. Además el libro explica la realidad sobre problemas como la amnesia, la esquizofrenia o el autismo, que tienen poco que ver en la realidad con lo que se suele mostrar en las películas, pone en su lugar a pseudociencias como la grafología o los detectores de mentiras, o se cuestiona lugares comunes del psicoanálisis muy desfasados y cuestionados hoy en día por los expertos pero que han arraigado en la sabiduría popular, como que nuestros problemas en la vida adulta están basados en traumas infantiles olvidados o no resueltos, o que un niño víctima de abusos no podrá tener una vida sexual normal en su vida adulta.

Sus autores, profesionales y profesores de la psicología, proponen la redacción de libros similares que desmientan tópicos falsos sobre medicina o sobre otras ciencias. Si encuentro alguno, desde luego que lo reseñaré en el blog, sobre todo si es tan didáctico y fácil de leer como éste.

Más información:
http://bibliotecaburidan.wordpress.com/2011/12/05/50-grandes-mitos-de-la-psicologia-popular/

jueves, 21 de agosto de 2014

Dentro de la secta de Pierre Henri y Louis Alloing

Reconozco que soy curioso y suelo echar un vistazo por encima del hombro cuando alguien se sienta a mi lado en el transporte público y va leyendo un libro. O tengo mucha puntería o existe un porcentaje un tanto preocupante de gente que lee libros de autoayuda que traspasan los límites del sentido común y que intentan, en mi opinión, convertir en carne de secta a quien los lee.

Una estupenda descripción del proceso mediante el cual una persona de inteligencia y capacidad completamente normales, sin traumas ni problemas graves, es captada por una secta hasta una situación casi desesperada es lo que nos ofrece el cómic de explícito título Dentro de la secta, de los franceses Pierre Henri y Louis Alloing. Es evidente que se basa en el relato biográfico de una amiga o conocida de los autores acerca de su paso por la iglesia de la cienciología (llamada iglesia científica en el cómic, imagino que para evitar denuncias), una de las más eficaces y rápidas a la hora de vaciar las cuentas corrientes de sus adeptos.

Para mejorar sus aptitudes personales y laborales, la chica protagonista empieza a asistir a cursos de formación de coste cada vez mayor y a participar en las actividades de su nueva iglesia, consistentes en tenerla todo el día trabajando gratuitamente para ellos; de esta forma la secta consigue mano de obra gratuita y al mismo tiempo se asegura la docilidad de sus adeptos-esclavos, que acaban la jornada demasiado extenuados para reflexionar ni plantearse la explotación a la que se les somete. Además ellos mismos contribuyen a la atmósfera de presión y miedo a la delación de cualquier idea contraria a la sumisión incondicional al grupo.

La historia es estremecedora pero está contada sin ningún morbo ni sensacionalismo; en unos minutos de lectura amena podemos ver a grandes rasgos el funcionamiento de una secta.


Quien disponga de tiempo e interés para un relato también biográfico más largo y detallado puede leer el también apasionante Tras el umbral, una vida en el Opus Dei de María del Carmen Tapia (1992) donde relata técnicas de captación de adeptos, de delación y humillación tanto entre ellos como por parte de la jerarquía del grupo, de trabajo esclavo y de aislamiento de la familia y el entorno prácticamente idénticas a las descritas en el cómic sobre la cienciología o a las que podemos encontrar al investigar sobre cualquier otro grupo sectario, esté dentro o fuera del catolicismo.

Por destacar un solo momento particularmente duro del libro, la autora recuerda cuando, tras varios años sin ver a ningún miembro de su familia, la jerarquía del Opus Dei le ordena ir a visitar a sus padres con el único fin de pedirles dinero. La película de gran éxito Camino, de Javier Fesser, exponía experiencias parecidas, aunque les daba un tratamiento más fantasioso y onírico que en mi opinión diluía y desdibujaba un tanto la historia.

Queda pendiente para otro día comentar algún libro de ensayo sobre sectas con un punto de vista más técnico, aunque tal vez estos relatos de experiencias personales sean todavía más didácticos.

Más información:

http://www.comicpasion.com/966/resena-dentro-de-la-secta.html

http://www.entrelectores.com/libro/6766.dentro-de-la-secta-pierre-henri-louis-alloing/ (ojo, cuentan la historia completa)

http://www.opuslibros.org/libros/Tras_umbral/capitulo_I.htm

miércoles, 13 de agosto de 2014

La industria del Holocausto de Norman G. Filkenstein

Hoy me centro en un libro controvertido que hace algo que me gusta mucho, que es intentar ofrecer un punto de vista nuevo sobre un tema como el holocausto judío, donde apartarse un milímetro de la versión oficial de la historia es entrar en terreno tabú y exponerse al linchamiento. Naturalmente no se trata de pretender negar un hecho tan atroz ni de quitarle hierro como hacen los grupos neonazis y los integristas islámicos con el presidente de Irán a la cabeza, en una curiosa muestra de cómo los opuestos se tocan; pero estas posturas impresentables no nos deberían impedir reflexionar sobre por qué se considera Holocausto con mayúsculas a uno de los por desgracia múltiples holocaustos que se han producido en la historia de la humanidad o por qué hemos visto miles de películas sobre los judíos asesinados por los nazis y muy pocas o tal vez ninguna acerca de los gitanos, comunistas u homosexuales igualmente exterminados en los mismos campos de concentración; incluso se nos ha contado cantidad de veces la historia del ghetto de Varsovia y mucho menos los exterminios masivos en la Europa más oriental, donde el volumen de la masacre fue mucho mayor. Es curioso como, a poco que investiguemos, resulta que no conocemos tan bien como podríamos pensar ni siquiera un tema tan manido como éste.

La industria del Holocausto, escrito por un hijo de supervivientes de un campo de concentración, se atreve a poner más el dedo en la llaga y a denunciar que durante las décadas posteriores a la barbarie nazi apenas se prestaba atención a lo que había ocurrido ni a los supervivientes de la tragedia. Quienes habían conseguido sobrevivir a los campos de concentración y exterminio no recibieron ayuda ni económica ni psicológica en su momento, a pesar de los enormes sentimientos de culpa y depresiones que arrastraron durante el resto de su vida, llegando al suicidio en no pocos casos, como han contado interesantes películas como La decisión de Sophie o La llave de Sara. Hay que recordar que a estas personas no solamente se las había torturado y sus familiares habían sido asesinados, sino que a sus traumas emocionales hay que sumar que su vivienda, dinero y propiedades fueron robadas por las autoridades de los estados ocupados por los nazis o que colaboraban con ellos, que constituían prácticamente toda Europa.

Todo esto cambió con el conflicto árabe-israelí de 1967. Cuando Israel demostró ser una potencia militar y un posible y eficaz aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo, se creó el mito del Holocausto con mayúsculas y del pueblo judío como Víctimas, también con mayúsculas, de la historia, precisamente en el momento en que no el pueblo pero sí el estado judío de Israel estaba actuando como verdugo de sus vecinos. Con la gran ayuda de un goteo continuo de películas de Hollywood sobre los campos de concentración y las barbaridades del nazismo, tema hasta entonces apenas presente en las obras de los grandes estudios, lo que el autor del libro llama la industria del Holocausto, es decir, grupos pertenecientes a las élites judías norteamericanas, comenzó una doble labor de justificar el acoso del estado de Israel a los habitantes de los territorios ocupados por un lado, y al mismo tiempo exigir indemnizaciones económicas al estado alemán. Un dinero del que no verían una moneda las auténticas víctimas de la tragedia, sino que se destinaría a financiar los intereses económicos y las actividades propagandísticas de este colectivo, el cual, por cierto, no movió un dedo para ayudar a sus parientes del otro lado del Atlántico durante la época en la que fueron exterminados.

El libro tiene unos años ya (es de 2002) y es tan políticamente incorrecto como conciso, de fácil lectura y por supuesto recomendable. Más información:

http://www.laeditorialvirtual.com.ar/pages/Finkelstein_Norman/IndustriaDelHolocausto.htm

jueves, 7 de agosto de 2014

Una breve historia del futuro de Jacques Atali

El escritor Jacques Atali es de los que tiene clarísimo que para hablar del futuro en primer lugar hace falta explicar el pasado. Por eso nos propone aquí la más completa historia de la humanidad que se pueda dar, puesto que se ocupa de nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro, y no solamente a corto plazo.

Empieza por explicar toda la historia de Occidente en capítulos divididos en función de las ciudades que en cada momento fueron líderes económica, tecnológica y culturalmente. Según Atali, en la actualidad la ciudad líder ("corazón", como a él le gusta denominarlas) es Los Angeles, sede por excelencia de la industria informática, relegando a Nueva York, el corazón anterior, a un segundo plano; a su vez Nueva York tomó el relevo de Londres y así sucesivamente.

Tras la mirada al pasado y al presente, Atali empieza a elucubrar sobre lo que puede ser el futuro, tanto el más inmediato como a largo plazo; lo cierto es que su perspectiva es más bien sombría, pero los acontecimientos de los últimos años (el libro fue escrito en 2006, antes del comienzo de la crisis) le dan la razón y hasta han acelerado el proceso de creación de un superimperio neoliberal sin democracia, servicios públicos ni derechos del trabajador, que él describe. El papel prácticamente nulo que pasarían a tener los estados se traduciría en una vuelta de la humanidad al nomadismo, y las tensiones producto de la desigualdad extrema llevarían a un período de violencia. No obstante, el autor tiene claro que el futuro no está escrito de antemano y que dependerá de las decisiones que se tomen el que sea de una forma o de otra.

Más información:

http://es.wikipedia.org/wiki/Breve_historia_del_futuro
http://www.taringa.net/posts/ciencia-educacion/11918893/Breve-historia-del-futuro_-un-gran-ensayo-de-Jacques-Attali.html