Una mentira mil veces repetida se convierte en una verdad (Joseph Goebbels)

jueves, 26 de febrero de 2015

El subdesarrollo social de España de Vicenç Navarro


Vicenç Navarro es uno de los más destacados economistas españoles que se oponen al neoliberalismo; la corriente que él representa no es tan minoritaria como podría pensarse pero se encuentra totalmente silenciada en los medios de comunicación mayoritarios en nuestro país. En la actualidad, desde las escasas tribunas que le ofrecen, intenta poner en evidencia los grandes mitos de nuestro tiempo, como el supuesto exceso de funcionarios en España, que los derroches puntuales de gasto público hayan sido los causantes de la crisis o que los recortes en el estado del bienestar puedan ser una posible solución a la misma en lugar de agravar más el problema. 

Pero ya antes de la crisis, en 2006, Navarro había definido los principales problemas de nuestro país en El subdesarrollo social de España: una larga dictadura seguida de una democracia a medias fruto de un proceso de transición inacabado en el que nunca se llegó a romper de todo con un régimen que impidió la distribución de riqueza en el país y el desarrollo de un estado del bienestar completo. De ello resultan las tasas más bajas de inversión en educación y sanidad y las diferencias entre clases sociales más pronunciadas de Occidente, solo comparables a las de Grecia y Portugal, los otros estados que sufrieron una dictadura heredera de los fascismos hasta los años 70 del siglo pasado. 

Otra lacra resultante del peso que la derecha heredera del totalitarismo tiene en nuestra sociedad son, aparte de unos acuerdos con el Vaticano incompatibles con la idea de un estado aconfesional, unos medios de comunicación muy poco plurales desde los que se inculcan ideas muy aceptadas por aquello que se llama la opinión pública española: la supuesta suavidad del régimen franquista, lo modélico de la transición, la mayor eficacia del sector privado frente al público, la carga que supone para el estado la Seguridad Social, o hasta hace poco la unanimidad de la población en cuanto al apoyo a la monarquía.

El subdesarrollo social de España es una buena base para conocer un punto de vista sobre la realidad de nuestro país bastante diferente al que nos suelen pintar en las tertulias televisivas o radiofónicas, y un buen punto de partida para seguir a continuación la página web de su autor, http://www.vnavarro.org/ 

jueves, 19 de febrero de 2015

El mundo y sus demonios de Carl Sagan


Fallecido en 1996, Carl Sagan dedicó su vida a intentar sacar la ciencia de la torre de marfil y hacerla accesible al gran público a través de obras de ficción y sobre todo de ensayos. Contact, posteriormente convertida en película de la mano de Robert Zemeckis, es la más conocida de sus novelas, mientras que Cosmos, que dio lugar a una serie de documentales televisivos, es su obra más ambiciosa y monumental de no ficción. Tras haber explicado varias veces los entresijos del universo, en una de sus últimas obras, El mundo y sus demonios (1995), entonó un hermoso canto a las virtudes del pensamiento científico como la mejor medicina contra la intolerancia y la barbarie. 

La civilización va unida al esfuerzo por intentar comprender nuestro entorno luchando contra las ideas de fácil arraigo de la superstición y el pensamiento mágico, que sigue hoy en día presente aunque en formas diferentes respecto al pasado. Sagan analiza capítulo por capítulo las diversas supercherías y pseudociencias que se han popularizado en los últimos tiempos: las abducciones por extraterrestres, la comunicación con los espíritus, los exorcismos... Critica también que los políticos y poderes públicos no sigan ni defiendan los principios del método científico y que los medios de comunicación y de entretenimiento fomenten la credulidad frente al escepticismo; casi cualquier película del género fantástico, donde el escéptico acaba descubriendo al final que está equivocado, prueba lo acertado del análisis que lleva a cabo Sagan. 

No obstante, el autor tampoco olvida la autocrítica ante muchas instancias del mundo científico que parecen encontrarse a gusto en su elitismo y en el desprecio a creyentes y crédulos, dificultando aún más el que la ciencia se acerque al público o viceversa. Sin duda, sus libros, amenos y fáciles de leer aunque rigurosos, predicaron con el ejemplo y nos recordaron que la curiosidad científica es algo natural en el ser humano; en contra de lo que podría parecer a simple vista, es el no interesarse por estas cuestiones lo que constituye una actitud aprendida.

Más información:

jueves, 12 de febrero de 2015

Identidad y violencia de Amartya Sen



Los recientes asesinatos en la redacción del semanario francés Charlie hébdo ha vuelto a traer a la primera plana la amenaza del terrorismo islamista tras unos cuantos años en los que había pasado a segundo plano (a pesar de que durante todo ese periodo se han seguido produciendo atentados relacionados con el fundamentalismo religioso, aunque no en Occidente).  En el contexto de la primera histeria mediática surgida en torno a este asunto durante la pasada década tras el atentado de las torres gemelas de Nueva York, el indio Amartya Sen, premio Nobel de economía en 1998, respondió con Identidad y violencia (2007) a Choque de civilizaciones, un panfleto de Samuel Huntington que dio nombre a la corriente de opinión que proclamaba la imposibilidad del diálogo entre Oriente y Occidente y la amenaza que el primero supone para el segundo. 

Sen pone unos cuantos puntos sobre las íes negando dicho choque, y en consecuencia mostrándose reacio también a la idea de la necesidad de una alianza de civilizaciones, como la llamó nuestro ex-presidente Zapatero, al que el libro no menciona. Más bien el autor se cuestiona el mal uso de la palabra "civilización" como sinónimo de "religión", y nos recuerda que en los países llamados musulmanes existen minorías cristianas y muchas personas, asociaciones y movimientos laicos e incluso ateos, siendo todavía más grave el caso del país de origen del escritor, la India, que llevaría la denominación de "civilización hindú" cuando cuenta con una notable comunidad musulmana. 

El concepto de civilización musulmana o civilización hindú frente a Occidente, que constituiría la civilización cristiana, lleva a dar a los líderes religiosos un poder y una dimensión de representantes de toda la ciudadanía de un país que les beneficia enormemente y que no les corresponde, silenciando los movimientos laicos y la pluralidad existente en los distintos estados y fomentando así la represión de los mismos. Con gran sentido común, Sen reivindica el diálogo entre las autoridades civiles y políticas del planeta dejando a la religión en un segundo plano; aunque no sea agresivo ni tenga intención de polemizar, sus ideas suponen un toque de atención no solamente a los xenófobos que ven un peligro en las "otras civilizaciones", sino también a muchos progresistas seguramente bienintencionados que, al asumir una homogeneidad en las sociedades en función de la religión mayoritaria de cada una de ellas, acaban cometiendo el mismo error y compartiendo la misma visión simplona y reduccionista de los racistas, y por lo tanto fomentando el enfrentamiento entre "culturas", en realidad entre religiones, que en teoría pretenden evitar.

El autor ataca también el cliché de la cultura y de cómo se sobredimensiona la importancia de las llamadas diferencias culturales hasta convertirlas en algo insalvable. Propone ejemplos, como puede ser el de los países de Extremo Oriente, de lo muy rápido que puede evolucionar una sociedad y de lo relativamente sencillo que puede ser acabar con lastres culturales milenarios si se emplean las políticas adecuadas. Achacar el atraso o la falta de libertades o derechos humanos en un país a cuestiones atávicas puede ser a veces una excusa muy conveniente para los gobernantes mediocres.

A continuación un extracto del capítulo 1 del libro:

El cultivo de la violencia asociada con los conflictos de identidad parece repetirse en todo el mundo cada vez con mayor persistencia. Si bien es posible que el equilibro de poder en Ruanda y en el Congo haya cambiado, ambos grupos continúan teniéndose en la mira. La organización de una identidad islámica sudanesa agresiva, junto con la explotación de las divisiones raciales, ha conducido a la violación y a la matanza de las víctimas subyugadas en el sur de ese territorio atrozmente militarizado. Israel y Palestina continúan experimentando la furia de identidades dicotomizadas prestas a infligir penas abominables a la otra parte. Al-Qaeda depende en gran medida del cultivo y la explotación de una identidad islámica militante opuesta específicamente a los occidentales.

Más información:

Crítica del libro en La noche que se hizo madrugada
Crítica del libro en El exterior.es

miércoles, 4 de febrero de 2015

Secuestrados de Miguel Ángel Vivas


He aquí otro ejemplo de película de un director que, pese a su juventud, muestra saber hacer técnico pero cuya película patina al no tener contenido más allá de un ejercicio de cinefilia. Secuestrados (2010) es un thriller, muy próximo al terror por la extrema angustia que transmite, sobre una típica familia de teleserie con hija adolescente guapa y rebelde, que, como el título indica, un día recibe en su casa a visitantes no deseados y la pesadilla comienza. Los secuestradores son profesionales bien entrenados, acostumbrados a la brutalidad y capaces de abrir a cualquiera en canal sin pestañear. 

El director se empeña, con éxito durante parte de la película, en crear una tensión estremecedora y tener agarrado al espectador por sus zonas sensibles evitando que se plantee preguntas como por qué esos asesinos han escogido a una familia pequeñoburguesa de medio pelo para montar toda esa parafernalia; la cosa va más o menos bien hasta que un momento de sumo ridículo echa la historia a perder: dejando a la mujer y a la hija en casa como rehenes, uno de los miembros de la banda se lleva al padre de familia en el coche para obtener el botín objetivo de toda la operación, que consiste ni más ni menos que .... ¡en obligarle a sacar 300 euros del cajero! Eso sí, es tan profesional y experto que ha esperado a las proximidades de la medianoche para que después de las 12 papá pueda ir al cajero siguiente y así sacarle otros 300 euros más; vaya pedazo de estratega ...

No hace falta ser un especialista en seguridad ni en crimen organizado para imaginarse que un secuestro, y no digamos de una familia entera, es uno de las operaciones delictivas con más riesgo, más complicadas de llevar a cabo y que requieren una mayor profesionalización e infraestructura; si algo sale mal una larga condena de cárcel está asegurada para todos los involucrados. Delincuentes con ese entrenamiento metidos en una organización de ese nivel no se levantan de la cama por menos de 10.000 euros por barba, por decir algo tirando a lo bajo. Sacarle 300 o aunque sean 600 euros a un ejecutivo de segunda en un cajero es un delito de yonquis o de chavales de la calle carne de cañón que actúan por libre; alguien del crimen organizado se avergonzaría de rebajarse a eso.

La raíz del despropósito es que el director ha visto Funny games de Michael Haneke, y tres o cuatro películas más, y toma de ellas ideas que le gustan sin tejer algo coherente que pueda sostener una narración. Aún siendo una obra harto discutible, Funny games tiene la astucia de recubrirse de una capa abstracta y de proponer una violencia extrema en estado puro ajena a racionalizaciones; se trata de una metáfora y la lógica queda en suspenso, tanto las víctimas como los asesinos como la situación son completamente irreales, algo muy conveniente porque permite un todo vale en el que reducir los personajes a una pincelada o recurrir a todo tipo de trampas y trucos trillados y ridículos se vuelve admisible bajo la coartada de que se está haciendo (supuestamente) una crítica de todo eso. 

Pero Secuestrados quiere jugar a todas las bandas y apropiarse al mismo tiempo de la transgresión al gusto gafapasta de Haneke y de las convenciones comerciales y los estereotipos familiares de Hollywood y las teleseries; para que esa historia sea mínimamente creíble los personajes no pueden ser una familia de clase media tal vez tirando a media alta sino gente de mucho, pero mucho, dinero metida en negocios sucios que les pongan en el punto de mira de una organización criminal que tiene que conocer bien su casa, su situación económica, y probablemente a ellos en persona, para planear un golpe como ese. Pero de esta forma estaríamos entrando en un terreno fuera de lo fácil y manido de las víctimas inocentes secuestradas y torturadas y es evidente que el director no sabe y / o no quiere meterse en esos fregados; a poco que se rasque, la transgresión de esta y de otras películas es solo de pacotilla.