Las personas que nos atendían a la hora de utilizar un servicio público van siendo reemplazadas por máquinas complicadas de usar y teléfonos de atención al cliente irritantes e ineficaces. Servicios que antes eran gratuitos o de poco coste se vuelven de pago, más caros y además empeora su calidad. Las empresas nos bombardean con publicidad engañosa (9 de cada diez médicos opinan que ....) e Internet, la gran herramienta de comunicación de nuestro tiempo, es la primera fuente que incrementa el caos informativo y que se adueña de nuestros datos personales para vendernos cosas. Los medios de comunicación tradicionales, lejos de intentar informarnos como ciudadanos y como consumidores, son casi los que más colaboran a la confusión; normalmente se limitan a hacerse eco de las noticias que les proporcionan las casas comerciales. Y en cuanto a las universidades, sus tesis y estudios científicos ocultan muchas veces quién los ha pagado, y bajo el nombre de una prestigiosa facultad se esconde un informe elaborado por una empresa de acuerdo con sus intereses comerciales.
Estos son los principales temas que aborda el alemán Max Otte, que se hizo famoso al ser de los pocos que vaticinaron correctamente lo que pasaría con la burbuja inmobiliaria en Que viene la crisis, en su nuevo libro, El crash de la información. Aquí también explica de forma más o menos comprensible cómo se camuflaron inversiones de alto riesgo como productos seguros con la complicidad de las famosas agencias de calificación, lo que llevó a la situación que vivimos ahora, culpa de nuevo de la sociedad de la desinformación.
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Pero al usuario actual, en este momento de cambios, le sigue sorprendiendo que las cosas vayan a peor y no a mejor. Con la privatización de los servicios de energía eléctrica, agua, teléfono y correos, que según la publicidad debía significar para el usuario un abaratamiento, se ha demostrado que sucede exactamente lo contrario.
En las tarifas de la energía eléctrica domina tal desbarajuste en la tabla de precios, que en Internet ya se han creado portales —en particular verivox .de— que le calculan a cada uno cuál es el proveedor y la tarifa que le resulta (supuestamente) más barata . Tales portales aprovechan evidentemente en su propio beneficio el caos existente en las tarifas del suministro de energía eléctrica: según sus propios datos, Verivox alcanzó en 2008 un volumen de facturación de 30 millones de euros, lo que significa claramente que ese portal de comparación de tarifas es comercial, y por lo tanto no es independiente . Cada cambio de tarifa o de compañía que se realiza en él le supone una comisión.
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